La verdad es que
trabajo para una empresa humanista, la cual se encarga de brindarle a personas desgraciadas
algo que debería sernos otorgado desde nuestro nacimiento: el amor.
Así es. El buen
hombre de mi jefe, por ser tan buen hombre, fue elegido décadas atrás por las
musas para que en su cerebro floreciera una idea maravillosa. Esa idea le fue
implantada en su adolescencia, cuando, luego de enamorarse y disfrutar de los placenteros
frutos del amor, fuera rechazado por la misma persona que una vez le había
jurado la eternidad absoluta. ¿Cómo puede ser que una misma mujer o un mismo
hombre nos pueda brindar tanto placer y tanto dolor en una misma vida? La
iluminación le llegó a mi tan-buen-hombre-jefe cuando se le ocurrió que los
males del amor se debían simplemente a que
su naturaleza consistía en que cada una de las personas de este mundo están destinadas
a ser correspondidas por otra persona particular y por ninguna más, pero que
raramente un enamorado era capaz de encontrarse con ella, con la persona destinada
para él y su amor.
Entonces una
institución debía ser creada para encargarse de localizar y administrar de
manera eficaz a la persona destinada para cada enamorado. Mi jefe la creó, y yo
fui su primer cliente.
Esa es la historia
del nacimiento de esta empresa, a la cuál le soy fiel eternamente, dado que
también fui yo un afortunado cliente de sus servicios, cuando me fue encontrada
la persona con la que estoy felizmente casado hace más de 10 años.
Con gusto
explicaré a continuación el procedimiento que utilizamos para la búsqueda de la
persona.
En harto simple el
sistema entero. Comienza cuando uno entra en la habitación indicada. Allí se
encuentra solo frente a una mesa, sobre la cual están apoyados un papel y una
birome. Usted escribe un verso. No tiene mucho tiempo para pensarlo, ya que el
pensamiento es enemigo de la poesía. Una vez terminado, nos entregará la hoja
con el verso y se retirará a su casa, esperando recibir nuestro próximo
llamado.
Mientras usted
muere de ansias esperando, nosotros cargamos su verso a nuestra base de datos.
En ese momento su verso coincidirá con el de otra persona, que será idéntico al
suyo desde cada palabra hasta cada punto y cada coma. El autor de ese verso
gemelo es la persona destinada para usted. Luego lo llamamos, organizamos un
encuentro y, delo por hecho, consiguió un amor para toda la vida.
De esa manera
logramos unimos a miles de personas, las cual nos agradecieron en su boda, en
el nacimiento de sus hijos, y en el nacimiento de sus nietos.
Ayer llegó a la
oficina de la empresa un joven de aspecto taciturno. Pálido, flaco, esquivando
la mirada, nos imploró nuestros servicios. Le hicimos escribir el verso, desde
luego. Cuando lo leímos supimos que estábamos frente al verso más hermoso que
jamás hayamos podido leer en nuestras vidas. Lamentablemente, jamás coincidió ese verso con ningún otro. El
joven, al encontrarnos incapaces de otorgarle alguna explicación, se enfureció tanto que colgó
el teléfono luego de decirnos que su demanda por estafa no tardaría en
llegarnos.
Quise creer que el
sistema no había fallado, y que el error se debía a que su pareja aún no había
nacido o que ya estaba muerta. Quise creerlo realmente, pero no pude.
Cuando llegué a mi
casa mi mujer no se encontraba allí. Había dejado una nota. Decía: “Me escapé
con otro hombre. Ya no te amo.”